Leticia. Educadora Social


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ENTREVISTA

Soy Leticia, educadora del centro de protección de menores Hogar Mornese en Jerez de la Frontera (Cádiz), entidad colaboradora de ACCAM. Llevo trabajando aquí 10 años y mis funciones son acoger y atender a menores que ingresan en el centro, procurarles cobertura, tanto alimentaria, como médica, etc. así como estar con ellos en las tareas y darles el apoyo que por diversas circunstancias no han tenido en su familia o entorno, y cubrir sus necesidades básicas en general.

1. ¿Cómo iniciaste tu camino en ACCAM y cómo fue tu primer contacto con el colectivo de menores?

Siempre he tenido contacto con menores, ya que mi tía es Salesiana. He sido voluntaria en diferentes campos de trabajo en Almería, Sevilla, en el Centro Sor Eusebia y Granada, tanto en la ciudad como en Jun, cuando era muy joven, antes incluso de iniciar la carrera. Preparábamos campamentos para los jóvenes, la temática, y pasaba los veranos con los chicos y las chicas que participaban en ellos… siempre tuve claro que quería trabajar con menores, por eso he estado involucrada en todo tipo de proyectos relacionados con ellos.

2. Después de trabajar en un centro de menores, habrás oído las ideas preconcebidas que a veces se tienen sobre ellos…

Por supuesto, la idea es que aquí se encierra a chicos y chicas que son “muy malísimos de la vida”, que todo es horroroso, y que los errores que llevan a un menor a un centro de protección los han cometido ellos, y eso no es así. Siempre hay un trasfondo familiar: el menor no nace “malo”, sino que son niñas y niños marcados por sus vivencias, y que actúan en base a ellas.

3. Cuéntanos sobre el aspecto emocional de tu trabajo ¿Cómo es el vínculo que desarrollas con los menores? ¿Qué es lo mejor de trabajar con ellos?


Mira, siempre en este trabajo hay partes positivas y partes, que más que negativas, son muy intensas para el profesional, ya que es este trabajo puede ser muy exigente a nivel psicológico.


Trabajar con menores, que te necesitan en todo momento “te toca”. Sin embargo, lejos de ser una desventaja, eso me ha ayudado mucho a madurar a nivel personal: me he visto reflejada en los chicos y chicas a las que atiendo, ya que siendo joven, yo era muy impulsiva, igual que ellos y ellas… de ahí que haya crecido personalmente a través de este trabajo.


También es muy gratificante que después de verlos crecer y de acompañarlos en algunos casos durante toda su infancia y adolescencia, te llamen por teléfono para decirte “Leticia, he conseguido las prácticas en trabajo que yo quería…”. Eso no tiene precio. Y la gente no entiende que eso sucede en los centros de menores, que hay muchísimas historias de éxito tras el paso por el centro, de personas que han conseguido sus trabajos, que han estudiado idiomas…