Loles López llama a colaborar con los menores de centros de protección porque «se crean lazos que no se olvidan nunca»
Fuente: Junta de Andalucía
La consejera de Inclusión Social, Juventud, Familias e Igualdad, Loles López, ha destacado el buen desarrollo del programa que promueve la colaboración de familias para atender a menores y adolescentes acogidos en centros de protección. En la actualidad, hay más de 250 familias colaboradoras y más 260 menores beneficiarios del programa que cuentan con una o más familias colaboradoras.
El desarrollo del programa en la comunidad autónoma está siendo muy positivo a todos los niveles. Se trata de una herramienta necesaria para afianzar el trabajo realizado por el personal profesional en los centros de protección de menores, sirviendo de anclaje a los aprendizajes que van adquiriendo los menores, conformándose como un elemento fundamental a la hora de establecer vínculos adecuados y facilitando espacios donde adquieran conocimientos, experiencias y emociones positivas que les ayuden a desarrollarse de forma integral fuera del contexto institucional.
Por provincias, Sevilla cuenta con cien familias y 105 menores, Málaga dispone de 26 y 29 menores, mientras que Granada suma 28 familias y mismo número de menores. Jaén, por su parte, tiene 24 familias y 24 menores beneficiados; Almería tiene 22 familias y menores, siendo 18 familias en Cádiz con el mismo número de menores y la misma ecuación se da en Córdoba con 17. Finalmente, Huelva tiene 20 familias y 17 menores beneficiados.
López ha explicado que desde la Consejería de Inclusión Social, Juventud, Familias e Igualdad se promociona la figura de la familia colaboradora como «herramienta fundamental» de mejora en el desarrollo integral de los niños y niñas que se encuentran residiendo en centros de protección de menores, a través de la cual aprender modelos de convivencia adecuados, alejados de las duras realidades que han vivenciado a lo largo de sus vidas. «Es un programa que crea lazos que no se olvidan nunca», ha remarcado la consejera.
Se trata, por tanto, de una oportunidad para que las y los menores se incorporen a la sociedad de la mano de una familia colaboradora que le ofrezca un espacio seguro en el que ser, en el que estar, o al que puedan volver, sintiendo «una mayor seguridad y contando con mayores recursos a la hora de enfrentar los futuros retos que, seguro, se les van a presentar».
«Las familias colaboradoras son uno de los principales activos de esta Consejería porque ponen de relieve la generosidad, la entrega y el compromiso con menores que necesitan referentes», ha proseguido López, la cual ha sostenido que la familia es la que sustenta la sociedad y, por ello, ha defendido la relevancia de este tipo de programas para contribuir al bienestar de la infancia andaluza más vulnerable.
Estas familias o personas colaboradoras se comprometen a compartir periodos de tiempo determinados (generalmente no lectivos como fines de semana, festivos, vacaciones, etc.) con una niña, niño o adolescente que reside en un centro de protección de menores. Dicha convivencia puede ser en el domicilio familiar o en el lugar donde transcurran las vacaciones de la familia.
El programa de familias colaboradoras con los centros de protección persigue distintas finalidades, entre las cuales en encuentran permitir participar a los niños, niñas y adolescentes en actividades alternativas a las del centro de protección; proporcionarles un entorno donde puedan aprender a relacionarse y convivir en familia, así como conocer e interiorizar un modelo de dinámica familiar adecuado y de relaciones afectivas positivas.
Del mismo modo, ayuda a establecer vínculos emocionales sanos con las persona o familia colaboradora, un aspecto clave en su desarrollo emocional, personal y social, y a ampliar su red de apoyo social, un recurso valioso para obtener ayuda durante su crecimiento y posterior incorporación a la vida adulta independiente.
Además de ser un programa beneficioso para las niñas, niños y adolescentes residentes en centros de protección de menores, esta experiencia también puede ser muy gratificante para las familias participantes, toda vez que han de ser conscientes de su labor complementaria a la del centro de protección y presenten disposición a seguir las indicaciones que reciban por parte del personal técnico y educativo.